MIs ANtePasAdoS
miércoles, 31 de agosto de 2011
domingo, 12 de junio de 2011
De visita por mexico
quien no a disfrutado de la plancha del zocalo con ese olor tan especial que lo caracterisa, saliendo del metro llegando de indios verdes , ese olor a gente, de todos los extractos sociales, desde el señod que se sube en la estacion de Guerreo que entrega papelitos donde explica que viene de una comuidad noy pobbre y se vino a añl cuidad a probar suerte y lo unico qeu a recibido es despresio por ser pobre, o hasta los padrinos de seguro de una novia o de una quinceañera que batallan con toda una maleta de equipaje por k se ve que la fiesta va a estar muy buena y al salir del metro te encuentras con ese olor a tlayudas y a incienso de los danzantes aztecas cque creen ahcer chamanismo, neno pues en lo personal adorto el zocalo sus calles sus monumentos su arqeuitectura y todo lo que en ella lo compone, por mas desagradabel que este llegue a ser, al fin de cuentas eso lo hace ser especial
en ese contexto a mucho no emos notado los cambios que se le an echo al zocalo por ejemplo no toco en nuestra epoca y me refiero a mis companeros contemporaneos el zocalo con jardineras obviamente eramos muy pequeños, con ese proposito le presento unas fgotos del zocalo antes y depues espero les guste
en ese contexto a mucho no emos notado los cambios que se le an echo al zocalo por ejemplo no toco en nuestra epoca y me refiero a mis companeros contemporaneos el zocalo con jardineras obviamente eramos muy pequeños, con ese proposito le presento unas fgotos del zocalo antes y depues espero les guste
miércoles, 1 de junio de 2011
la importancia del campo
la importancia que tiene para la Economía de nuestro país la actividad desempeñada en el llamado “Sector Primario”, también conocido como “Sector Agropecuario”, tanto por lo que se refiere a su contribución en el PIB Nacional, como en las transacciones de comercio con el exterior y en la ocupación de la población económicamente activa.
domingo, 13 de marzo de 2011
sequence.org
esta es una paguina donde creas organismos molecularmente sonoros muy divertida y puedes experimentar acon tus prias creasiones espero le guste y le den un bune uso.
http://seaquence.org/
http://seaquence.org/
jueves, 10 de marzo de 2011
vida EN TLAXCALA
Esta es la catedral de tlaxcala, donde fueron regsitrados la mayoria de mis tios incluyendo a mis padres,
nada mas quedan fotos de mi abuela y que desde muy joben se separo de mia buela y las pocas fotos que tenain se las lelvo una aguacero ( bueno eso dice mi abuela )
la niuña que esta a s u ladoes una prima hija de mi tio Rene mi abuela si bein bnacio en tlaxcala cundo mis tios tenian la sifiente edad para cargar susu cosas se vienerona mexico a la colonia caracol en el distrito federal a una lado del aeorpuerto, desde entonces diceidieron vivir en el dfeño.
caundo se vienerion para aca dejaron a la bisabuela aya en el estyado de Tlaxcala donde radicado toda su vida desde ahce mas o menos 95 años
este es un video que un tio k vive aya me grabo para mi blog.
ESTOS SON ALGYUNOS DATOS INTERESANTES SOBRE ESE HERMOSO ESTADO AL CUAL SOLO HE VISITADO UN PAR DE VECES.
ES BUENA OPCION PARA VISITAR Y MUCHO MEJOPR PARA VIVIR
Dinámica
Crecimiento
Los censos que se han realizado desde 1900 hasta 2010, muestran el crecimiento de la población en el estado de Tlaxcala.
Población total del estado de Tlaxcala
(1900 - 2010)
FUENTE: INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.
Observa en la gráfica que:
De 1900 al 2010, la población total del estado de Tlaxcala pasó de 172 mil a cerca de 1 millón de habitantes.
De 1910 a 1921 disminuyó el total de la población.
Para comentar con tus compañeros:
• La población de Tlaxcala se ha incrementado en forma considerable, ¿cuántos habitantes más hay en el estado de 1900 al 2010?
• ¿A qué crees que se debe la disminución de la población registrada de 1910 a 1921?
Esperanza de vida
INEGI. Censo de Población y Vivienda 2010.
Observa la gráfica: las barras amarillas muestran el promedio de esperanza de vida en el 2010, para mujeres y hombres en la República Mexicana, las anaranjadas representan el mismo dato, pero de Tlaxcala.
Al igual que sucede en otras entidades de México y en otros países del mundo, las mujeres en Tlaxcala viven, en promedio, más que los hombres.
Natalidad y Mortalidad
Durante el 2008, en Tlaxcala se registraron:
27 522
nacimientos y 5 130
defunciones (muertes)
Las principales causas de muerte fueron las enfermedades del corazón, la diabetes mellitus y tumores malignos.
miércoles, 27 de octubre de 2010
la importancia de la palabra escrita
A pesar de los obstáculos y restricciones, la palabra escrita posee la fuerza para cambiar el mundo. Por ello le temen los sistemas autoritarios. De ahí la quema de libros y el exilio o la muerte de escritores y periodistas, anotó Ryszard Kapuscinsky en el último de sus artículos que publicó el pasado 24 de enero en Gazeta Wyborcza, diario polaco del que era colaborador habitual.
¿La escritura puede hacer que algo cambie? Sí, lo creo profundamente. Sin esa fe no podría escribir. Desde luego soy consciente de todas las restricciones que nos ponen las circunstancias, las situaciones, la historia y el tiempo. Por ello mi fe, aunque profunda, no es absoluta, no es ciega.
¿En qué consiste la principal restricción? La escritura sólo raras veces, en casos excepcionales, influye en la gente. Y, en el transcurso de la historia, no lo hace de forma directa, radical y de inmediato. La reacción a la palabra escrita es más bien mediata. En el primer momento puede ser incluso invisible, indetectable. Necesita tiempo para llegar a la conciencia del receptor, necesita tiempo para empezar a formar o cambiar esa conciencia. Sólo después de un largo camino podrá influir en nuestras decisiones, actitudes y acciones.
El que la escritura produzca cambios no lo deciden sólo los autores, sino sobre todo los lectores: su sensibilidad y confianza en la palabra, su prontitud y deseo para reaccionar a la palabra recibida. Es también importante el contexto, el ambiente, el estado de una cultura imperante en que esa palabra cae y es recibida. Con frecuencia estas son las circunstancias que pueden debilitar e incluso aniquilar el valor y la fuerza de la palabra escrita y sobre la cual el autor de un texto no tiene mayor influencia.
Sin embargo, a pesar de ese impedimento, estoy seguro que escribir puede provocar cambios. Lo digo con base en la experiencia de mis numerosos colegas que han puesto en peligro su vida y que, incluso, la han entregado. La entregaron para que su labor no sólo informara sobre lo que ocurre en el mundo, sino para desenmascarar el mal, sanar una situación o hacer al mundo más humano.
Daré un ejemplo. Desde 1959 Ruanda fue un país de masacres entre tribus y castas que se repetían en forma sistemática. El mundo lo ignoraba. Durante decenios ese país no dejó entrar a periodistas. Yo mismo, viviendo en la vecina Tanzania, traté en varias ocasiones, sin resultado alguno, de cruzar la frontera. Fue hasta que se escribió sobre las masacres de 1994 que la opinión mundial despertó. Y a partir de ese año Ruanda, por primera vez en su historia, dejó de ser lugar de sangrientos y masivos ajustes de cuentas internas.
Fue precisamente la escritura desenmascaradora y acusadora, y a menudo simplemente informativa, la que tuvo una importante papel en el conocimiento de los Gulags y de los campos de concentración, así como en el derrumbe de muchos regímenes criminales, de dictaduras del tipo de Pol Pot, Mobutu, Amin o Duvalier. Ello fue posible porque la palabra escrita pudo siempre cambiar muchas cosas. Ella ha provocado durante siglos el temor de todo poder autoritario que la ha combatido mediante diversos métodos. De ahí la colocación de libros en los índices eclesiásticos, de ahí la quema libros en las piras, de ahí obligar a los escritores al exilio, de condenarlos a muerte.
En el fondo no podemos imaginarnos un libro de texto de la historia universal que no tuviera un capítulo de cómo la palabra escrita en forma de volantes, escritos secretos, prensa clandestina y editoriales irregulares influyeron en el resultado de luchas sociales y políticas.
Cuando preguntamos: “¿La escritura puede hacer cambiar algo?” La mayoría de las veces pensamos que se trata de un cambio positivo, dirigido a hacer un mundo mejor. Pero no olvidemos que la escritura puede intentar que el mundo sea peor, que contribuya a aumentar el mal, el odio y la agresión. Tal función la cumple cuando se escribe en el tono del fanatismo y la xenofobia, del fundamentalismo y el racismo. Por ejemplo, los libros al estilo de Protocolos de los sabios de Sión o Mi lucha de Hitler
Pienso que la pregunta sobre cuál es el carácter de la relación entre la escritura y el cambio es muy importante y actual. Esta pregunta surge de la inquietud sobre la eficacia de nuestras acciones literarias por el valor mismo de la escritura. Porque por un lado vemos una enorme proliferación de la palabra escrita –hay cada vez más libros, revistas y periódicos– y al mismo tiempo percibimos cuánto mal hay en este mundo y como la cantidad de temores y conflictos en nuestro planeta aumenta en lugar de disminuir. De ahí el escepticismo de muchos creadores, de ahí la frecuente desconfianza e incluso la incredulidad en el sentido de nuestra escritura.
La mente de un hombre contemporáneo es constantemente regada con un diluvio de palabras, por lo que éstas pronto pierden su valor y fuerza. Cada vez nos hablan menos y más nos desorientan, agotan y fastidian. Y sin embargo, ese exceso, esa sobreproducción no debería desanimarnos.
La literatura siempre ha asumido su responsabilidad. Desde hace miles de años ha acompañado la vida de las sucesivas generaciones, a veces cambiándolas para ser mejores. Y hoy nada la libra de esa obligación. Por el contrario, los tiempos difíciles en los que vivimos nos ordenan que, con una fuerza y fe especial, digamos: “Sí, la escritura puede cambiar algo para que sea mejor, aunque sea poco, pero puede”.
¿La escritura puede hacer que algo cambie? Sí, lo creo profundamente. Sin esa fe no podría escribir. Desde luego soy consciente de todas las restricciones que nos ponen las circunstancias, las situaciones, la historia y el tiempo. Por ello mi fe, aunque profunda, no es absoluta, no es ciega.
¿En qué consiste la principal restricción? La escritura sólo raras veces, en casos excepcionales, influye en la gente. Y, en el transcurso de la historia, no lo hace de forma directa, radical y de inmediato. La reacción a la palabra escrita es más bien mediata. En el primer momento puede ser incluso invisible, indetectable. Necesita tiempo para llegar a la conciencia del receptor, necesita tiempo para empezar a formar o cambiar esa conciencia. Sólo después de un largo camino podrá influir en nuestras decisiones, actitudes y acciones.
El que la escritura produzca cambios no lo deciden sólo los autores, sino sobre todo los lectores: su sensibilidad y confianza en la palabra, su prontitud y deseo para reaccionar a la palabra recibida. Es también importante el contexto, el ambiente, el estado de una cultura imperante en que esa palabra cae y es recibida. Con frecuencia estas son las circunstancias que pueden debilitar e incluso aniquilar el valor y la fuerza de la palabra escrita y sobre la cual el autor de un texto no tiene mayor influencia.
Sin embargo, a pesar de ese impedimento, estoy seguro que escribir puede provocar cambios. Lo digo con base en la experiencia de mis numerosos colegas que han puesto en peligro su vida y que, incluso, la han entregado. La entregaron para que su labor no sólo informara sobre lo que ocurre en el mundo, sino para desenmascarar el mal, sanar una situación o hacer al mundo más humano.
Daré un ejemplo. Desde 1959 Ruanda fue un país de masacres entre tribus y castas que se repetían en forma sistemática. El mundo lo ignoraba. Durante decenios ese país no dejó entrar a periodistas. Yo mismo, viviendo en la vecina Tanzania, traté en varias ocasiones, sin resultado alguno, de cruzar la frontera. Fue hasta que se escribió sobre las masacres de 1994 que la opinión mundial despertó. Y a partir de ese año Ruanda, por primera vez en su historia, dejó de ser lugar de sangrientos y masivos ajustes de cuentas internas.
Fue precisamente la escritura desenmascaradora y acusadora, y a menudo simplemente informativa, la que tuvo una importante papel en el conocimiento de los Gulags y de los campos de concentración, así como en el derrumbe de muchos regímenes criminales, de dictaduras del tipo de Pol Pot, Mobutu, Amin o Duvalier. Ello fue posible porque la palabra escrita pudo siempre cambiar muchas cosas. Ella ha provocado durante siglos el temor de todo poder autoritario que la ha combatido mediante diversos métodos. De ahí la colocación de libros en los índices eclesiásticos, de ahí la quema libros en las piras, de ahí obligar a los escritores al exilio, de condenarlos a muerte.
En el fondo no podemos imaginarnos un libro de texto de la historia universal que no tuviera un capítulo de cómo la palabra escrita en forma de volantes, escritos secretos, prensa clandestina y editoriales irregulares influyeron en el resultado de luchas sociales y políticas.
Cuando preguntamos: “¿La escritura puede hacer cambiar algo?” La mayoría de las veces pensamos que se trata de un cambio positivo, dirigido a hacer un mundo mejor. Pero no olvidemos que la escritura puede intentar que el mundo sea peor, que contribuya a aumentar el mal, el odio y la agresión. Tal función la cumple cuando se escribe en el tono del fanatismo y la xenofobia, del fundamentalismo y el racismo. Por ejemplo, los libros al estilo de Protocolos de los sabios de Sión o Mi lucha de Hitler
Pienso que la pregunta sobre cuál es el carácter de la relación entre la escritura y el cambio es muy importante y actual. Esta pregunta surge de la inquietud sobre la eficacia de nuestras acciones literarias por el valor mismo de la escritura. Porque por un lado vemos una enorme proliferación de la palabra escrita –hay cada vez más libros, revistas y periódicos– y al mismo tiempo percibimos cuánto mal hay en este mundo y como la cantidad de temores y conflictos en nuestro planeta aumenta en lugar de disminuir. De ahí el escepticismo de muchos creadores, de ahí la frecuente desconfianza e incluso la incredulidad en el sentido de nuestra escritura.
La mente de un hombre contemporáneo es constantemente regada con un diluvio de palabras, por lo que éstas pronto pierden su valor y fuerza. Cada vez nos hablan menos y más nos desorientan, agotan y fastidian. Y sin embargo, ese exceso, esa sobreproducción no debería desanimarnos.
La literatura siempre ha asumido su responsabilidad. Desde hace miles de años ha acompañado la vida de las sucesivas generaciones, a veces cambiándolas para ser mejores. Y hoy nada la libra de esa obligación. Por el contrario, los tiempos difíciles en los que vivimos nos ordenan que, con una fuerza y fe especial, digamos: “Sí, la escritura puede cambiar algo para que sea mejor, aunque sea poco, pero puede”.
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